La terapia de estimulación motriz tiene como objetivo desarrollar habilidades que faciliten al niño la integración de la información que recibe a través del sistema propioceptivo y vestibular, lo que permite una mejor comprensión del medio, de los objetos y su uso funcional, de su estado físico y armonización interna.
La motricidad gruesa permite la coordinación de los movimientos corporales de la extremidades superiores e inferiores que permiten al niño (a) saltar, correr, bailar, etc.
La motricidad fina tiene como objetivo coordinar los movimientos óculo-manual. El niño entre los 3 y 6 años de edad debe alcanzar un nivel adecuado de precisión y coordinación para preparase para la adquisición de la escritura.